El outsourcing es el proceso mediante el cual una porción de negocio deja de ser desarrollada internamente por una empresa y es transferida a otra firma. Es decir, simplificando el concepto al máximo, es la delegación de una actividad o un proceso de negocio de una empresa a otra.
La importancia del outsourcing radica en que mediante su implementación se puede optimizar la asignación de los recursos empresariales. Esto implica la movilización de recursos desde actividades poco productivas hacia las competencias clave de la empresa, donde puede lograr ventajas competitivas y aportar un valor único.
Dicho de otra manera, ejecutar un proceso estratégico de outsourcing es importante porque facilita la maximización de la rentabilidad de los recursos internos de la firma y, adicionalmente, permite el aprovechamiento de las inversiones, innovaciones y activos especializados de los proveedores externos.
Posibles ventajas de implementar un proceso de outsourcing
Algunas de las ventajas de las que pueden disfrutar las empresas que realizan un proceso de outsourcing exitoso son:
- Acceso a tecnología de punta de manera rápida, sin tener que invertir en ella y sin la necesidad de entrenar personal que la maneje.
- Descenso de las inversiones en planta y equipo.
- Reducción de los costos operativos.
- Aumento en la agilidad para responder a los cambios del entorno.
- Apuntalamiento de las actividades que generan mayor valor.
- Intensificación de las capacidades para generar ventajas competitivas.
- Eficiencia operacional superior.
- Mayor rentabilidad.
Cómo funciona el outsourcing
El outsourcing funciona como una relación contractual en la que existen dos partes, de un lado la empresa contratante (cliente o empresa principal), que es la que necesita que le presten un servicio que no desea desarrollar por sí misma, del otro lado la empresa contratista (proveedor o empresa externa), que es la que se encarga de proveer del servicio a la contratante.
En la modalidad de outsourcing el cliente le comunica al proveedor de los resultados que desea obtener del proceso, conocidos como entregables, pero no le da instrucciones sobre cómo llevarlo a cabo. Es decir, la empresa contratante transfiere parte del conocimiento del negocio a la contratista, así como una porción de su control administrativo u operacional.
A su vez, la contratista acepta que el cliente será propietario de todas las patentes, modelos de utilidad u otros derechos de propiedad intelectual que cubran los entregables y tendrá todos los derechos para usarlos comercialmente.
La colaboración entre las dos empresas no implica que legalmente se establezca una relación de subordinación entre ellas ni entre sus trabajadores. Dicho de otro modo, la contratante no es la empleadora de los trabajadores que la contratista disponga para proveerle del servicio y viceversa.